sábado, 3 de septiembre de 2016

Hagamos un alto, preguntémonos: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?y luego continuemos...

¡Hola a todos! 
Hemos vuelto, han pasado grandes cosas. Primero, tendremos una bebé al final de este año y segundo, me han llamado como obispo en mi barrio. Ahora les comparto un discurso que preparé y esperamos contribuir en algo en sus vidas.


HAGAMOS UN ALTO, PREGUNTÉMONOS: ¿QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA? Y LUEGO CONTINUEMOS.

Durante el tiempo que llevo en este sagrado llamamiento he tenido varias experiencias que me han ayudado a entender más lo diferentes que somos todos. Lo que tenemos en común es que Dios es nuestro amoroso Padre Celestial y que la meta que tenemos es volver a vivir con Él de nuevo.
Aunque durante esta vida, algunos de nosotros tendremos que pasar por diferentes experiencias, para algunos la prueba es más dura que para otros; pero no quiere decir no seremos probados, finalmente para esto nacimos en esta tierra: “ y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare;” Abr 3:25.

Sin duda este estado es maravilloso; en la medida que podamos recordar todas las cosas y tengamos el privilegio de recordar lo que somos, esa oportunidad nos ayudará a seguir como dice el himno: “Nuestra salvación labremos, procurando la verdad, y la juventud, con celo, luchará y velará. ¡Sí!” Himno 166. No es un trabajo sencillo, pero si nos esforzamos por ser obedientes a los convenios y todos los mandamientos de Dios, lo podremos hacer. En el Libro de Mormón se nos da una luz para saber de qué está hecho el velo que nos separa de ese conocimiento maravilloso. Éter nos advierte: “He aquí, cuando rasguéis ese velo de incredulidad que os hace permanecer en vuestro espantoso estado de iniquidad, y dureza de corazón, y ceguedad de mente, entonces las cosas grandes y maravillosas que han estado ocultas de vosotros desde el principio del mundo, sí, cuando invoquéis al Padre en mi nombre, con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, entonces sabréis que el Padre se ha acordado del convenio que hizo con vuestros padres, oh casa de Israel.” Éter 4:15. 

Me gustaría poder extenderles a manera de exhortación una invitación a que “Hagamos un alto y nos preguntemos ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? Y continuemos.” es necesario que frente al caos actual de este mundo hagamos una pausa para reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo y lo que nos falta por hacer. Recuerdo un poema especial para mí, es de Gonzalo Arango:
“ El tesoro: Si buscas el tesoro y lo encuentras facilito, es un pobre tesoro. Si renuncias a encontrarlo porque está muy profundo, no mereces el tesoro. Si lo buscas con amor y sacrificio, tu esfuerzo es oro, aunque no encuentres el tesoro” (www.gonzaloarango.com/ideas/todoesmio.html). Frente a estos hechos quiero hacer tres pausas para que entremos a reflexionar todos. 

¿QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA PERSONAL?

Somos nuestros “propios agentes” DyC 58:28, tenemos un potencial divino, pero en la medida que apliquemos adecuadamente los mandamientos que Dios nos ha dado y que por voluntad propia hemos aceptado, tendremos las diferentes maneras de obtener guía, instrucción y bendiciones que nos ayuden a regresar a su presencia. 

Desde jóvenes podemos hacer que nuestro carácter espiritual se vea fortalecido, así lo vemos en las escrituras con Nefi. Él aprendió de “buenos padres, y recibí por tanto, alguna instrucción en toda la ciencia de mi padre…” 1 Nefi 1:1. Sus decisiones fueron importantes para conocer y llevar a cabo el propósito que Dios tenía para él. Hemos preguntado a nuestro amoroso Padre Celestial ¿qué deseas que yo haga? y también preguntar ¿Padre, lo que estoy haciendo está bien a tus ojos? con seguridad tendremos una respuesta pues Él nos conoce y debemos conocerlo a Él. El caso contrario está cerca de Nefi, sus hermanos Laman y Lemuel “…murmuraban en contra de su padre; y hacían esto porque no conocían la manera de proceder de aquel Dios que los había creado.” 1 Nefi 2:12. 
Ahora en la juventud de todos debemos saber buscar la relación con el Dios que nos ha hecho saber su voluntad por medio de los profetas. HAGAMOS UN ALTO Y PREGUNTÉMONOS.

¿QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA FAMILIAR?

Somos parte de una familia; tenemos responsabilidades que cumplir al formar parte de esta sociedad. La familia, en particular en la Iglesia de Jesucristo, tiene un componente más especial porque aquí hacemos ordenanzas que nos pueden unir por esta vida y por la eternidad, por lo que la visión de cada persona que conforma la familia no puede ser menos que esto. En la proclamación sobre la familia encontramos la siguiente declaración: “…El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos. “…herencia de Jehová son los hijos” (Salmo 127:3). Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. Los esposos y las esposas, las madres y los padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones.” Párrafo 6. Las tradiciones SUD, son excelentes tradiciones que nos acercarán más a nuestro Salvador y a nuestro Padre Celestial. ¿Estamos orando a diario como familia? ¿estamos haciendo la noche de hogar? ¿estamos haciendo consejos familiares para tomar en consejo decisiones importantes en nuestra vida? ¿la última decisión que tomé, realmente la consulte con el Señor? y mi comportamiento está de acuerdo con lo que es el mandato del Padre? se han preguntado ¿si no soy obediente a los consejos de nuestros padres terrenales, seremos obedientes a nuestros padres celestiales? HAGAMOS UN ALTO Y PREGUNTÉMONOS.

¿QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA EN LA IGLESIA?

Esta Iglesia es diferente a muchas otras, en lo que respecta a la doctrina y sus bases es una iglesia con cimientos donde el sacerdocio, la autoridad y la revelación siguen vigentes. Cada que podemos levantamos nuestras manos en señal de voto para sostener a hombres para que puedan presidir esta, Su Iglesia.

Esta obra es magnífica, se nos requiere que demos todo lo mejor que somos, el Presidente Kimball dijo: “El liderazgo es un proceso difícil en el que se le dice a la gente lo que no quiere oír, se le invita hacer cosas que no quiere hacer, con el fin de salir de la comodidad de lo conocido a la emoción de lo desconocido, para que este mundo sea mejor” Hermanos, es necesario prestar un servicio amoroso en esta Iglesia, se espera de nosotros que magnifiquemos todas las oportunidades que tenemos de servir al Señor y a nuestros hermanos. Se nos requiere que demos de tiempo, de nuestros talentos, que busquemos un gran equilibrio en el tiempo para poder servir todo lo mejor que podamos hacerlo, no podemos dar excusas para no servir, finalmente todo lo que tenemos es gracias a las bendiciones que recibimos de nuestro Dios. 

Esa invitación la hizo nuestro Salvador aquí en la tierra, cuando comenzó a organizar su Iglesia: “Si alguno viene a mi y no aborrece a su padre, madre, esposa e hijos, hermanos, hermanas y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” “Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todas las cosas que posee no puede ser mi discípulo” “… Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar” Lucas 14: 26, 33, 30 respectivamente. HAGAMOS UN ALTO Y PREGUNTÉMONOS.

Este tiempo de preparación requiere de hacer muchos altos en el camino, trabajar en lo que es necesario trabajar y en lo que realmente vale la pena, para que “tengamos tesoros en la mansión del Padre” Éter de nuevo nos da consuelo y nos da la verdad: “de modo que los que creen en Dios pueden tener la firme esperanza de un mundo mejor, sí, aun un lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, proporciona un ancla a las almas de los hombres y los hace seguros y firmes, abundando siempre en buenas obras, siendo impulsados a glorificar a Dios. Eter 12:4. 


Sin embargo, es necesario que consideremos por un instante no corto nuestro valor: “Si hoy fuera en la tierra tu último día, del largo camino, el último estrecho, después de tus luchas ¿Qué valor tendrías? ¿Qué cuentas darías a Dios de tus hechos? Yo sé que esta es Su Iglesia porque le pregunté y Él me respondió, esas respuestas son las que me tienen aquí al frente de ustedes. Si hay algo que se deba cambiar con urgencia, hermanos aquí estamos para ayudarlos. Recuerden ¿Qué cuentas darías a Dios de tus hechos?

Carlos