Se agradece la belleza
que puso su luz en las noches sombrías,
cuando la memoria -acorralada por crímenes ilustres-
no encontraba el reposo,
condición de nuevas hazañas.
Se agradece la inteligencia
que comprendió sin sobresaltos el punto de vista contrario;
el proceso de la agonía;
el humor repentino y absurdo;
la importancia de lo simple y lo ordinario;
la necesidad del silencio, de la no acción;
la preeminencia del aquí y del ahora.
Se agradece la bondad
que abrió los brazos después del fallido asalto;
en la calamidad del naufragio;
o la soledad del alma perdida.
Creédme, de las gracias concedidas,
fue ésta la mayor.
Autor: Clemente Riedemann
1 comentario:
Ayer estuvimos con Schwenque, Nilo y Riedemann. Se agradece la belleza, la inteligencia y la bondad.
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